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Miedo masivo.

 

 

"Las masas humanas mas peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo... Del miedo al cambio". Octavio Paz.

 

Constantemente veo a la gente quejarse del país en el cual reside, observo con especial atención el empeño con que se culpa a las grandes administraciones burocráticas particulares y gubernamentales del decremento socioeconómico que puede o no verse representado a través de los años, situación que dicho sea de paso, no es particular de la patría mía.  ¿Será eso?, ¿será la representación de la figura del Estado lo que está mal?, ¿seremos nosotros aún inmersos en aquel maquiavélico temor ante dicha institución? ¿seremos quienes arrastrados por inseguridades heredadas no hemos sido capaces de aportar aquella inversión intelectual y humana que cambie la visión global del conjunto geográfico del que formamos parte?

 

Por esta ocasión, no compete a la finalidad de mi trabajo hablar sobre datos objetivos económicos y mucho menos políticos. Más bien, es una reflexión respecto a la realidad del individuo y el modo en que, a mi parecer, ésta puede repercutir en la sociedad en la que se desenvuelva. Me atrevo a pensar en el miedo como una enfermedad transmisible, epidémica y mortal, esto es, afecta no solo a los individuos sino a poblaciones enteras.

 

La inteligencia libera y a la vez entrampa. Bajo condiciones fisiológicas, el miedo, nos permite anticipar lo que va a suceder, de manera tal que nos detiene entre el recuerdo y la imaginación. Entonces, un desencadenante interpretado como amenaza provoca la sensación desagradable de alerta, inquietud y tensión que evoca fuertes deseos de evasión o huida. Pero en la medida en que el ser humano permite que este estado psicológico rebase su propia suntuosidad y en particular su voluntad, se transforma en un peligroso elemento corruptor que afecta por igual la continuidad del Yo freudiano, la manifestación de nuestras emociones y por consiguiente los roles desempeñados por el sujeto en cuestión.

 

Al referirnos en el anterior contexto a las masas y siendo entendidas éstas como un conjunto de individuos con la misma directriz, podemos subrayar algunos de los peores menesteres que acarrea la expansión de este proceso neurótico como son: el debilitamiento del espíritu crítico, la desaparición del sentido de responsabilidad personal y la subestimación o exageración de la fuerza del similar. Todo lo anterior incrementándose exponencialmente en cantidad y cualidad a velocidades inimaginables.

El miedo está fuertemente ligado con la mediocridad. Hemingway dijo “Courage is grace under pressure”.  Parte de esta gracia implica: inmiscuirse por voluntaria adhesión en la atmósfera cambiante de la que se es parte por defecto de existencia; conducirse con ligereza emocional pero con pasos firmes; con convicción clara pero con la flexibilidad necesaria para entender que los cambios en ciertas ocasiones son ineludibles para generar un sistema eficiente; de igual forma se requiere de cultivar una conciencia moral íntegra e independiente del individuo, pero la capacidad imperante de caminar en pro de los fines comunes bajo un pacto de pertenencia y ecuanimidad solidaria.

 

Una institución sin complejos genera una sociedad libre, con un amplio potencial creativo que avanza convencida de que es capaz de enfrentar cualquier desafío que se le pusiese enfrente, sea éste deportivo, científico o social; y no permite que el argumento de algún sujeto ajeno a ella nuble esta posibilidad, pues conoce que el progreso es más una responsabilidad que una recompensa. Hacia dónde pues, sino hacia adelante la dirección que debe tomar todo conjunto humano que se precie de ser analítico, objetivo y racional, y por consiguiente, hasta dónde espera llegar aquel que avance con un fin diferente al de la civilidad.

 

                Sea entonces el porvenir tangible de la magnificencia humana la cosecha del sembradío colectivo y sea la belleza de éste, el reflejo de la autenticidad y osadía elevada a virtud excelsa del individuo.  Sea destino de los presentes y el propio conformar desde sus entrañas el movimiento que rige nuestro ahora y sea nuestra nación el fulgor consecuente de lo que somos y no solo la esperanza de lo que pudiéramos llegar a ser.

 

 

Fraternalmente

 “Trabajando por el Bien de la Patria y de la Humanidad”

 

 

 

 

 Q˙.˙ H˙.˙Mónica Tamara Ceballos Turcott.

 

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