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Olmecas

 

 

Si por boca de la selva
largó la verdad su grito,
miente el silencio infinito
del agua que el agua envuelva.

 

“Cuatro cantos de mi tierra”

Carlos Pellicer Cámara

 

 

Los olmecas, nombrados así por ubicarse en “tierra del hule” fueron fundadores de las culturas mesoamericanas constituyeron una sociedad estratificada que surgió en el preclásico Temprano. Los primeros asentamientos datan aproximadamente del 1500 a.C.; la cultura declinó alrededor del 100 a.C. Sus principales centros culturales fueron los llamados actualmente San Lorenzo, Tres Zapotes y  La Venta, en los territorios del centro y Sur de Veracruz y norte y Tabasco. El asentamiento ocupaba una extensión de 200 hectáreas y era habitada por unas 18000 mil personas. Estas tierras se constituyen, aun hoy en día, como tierras ricas con abundancia de recursos naturales como el petróleo; en aquellos tiempos la zona estaba ocupada por una más que abundante tundra vegetal que hacía los suelos ricos en humus y en cobertera vegetal, por lo que proliferaban los cultivos de todas clases, proporcionándoles alimentos para una gran volumen de gente.

 

Esta cultura representa un hito en la historia mesoamericana, en la medida en que varias de las características que definen a la región aparecen con esta cultura. Entre otros, se pueden citar la organización estatal, el desarrollo del calendario ritual de 260 días y el civil de 365, el primer sistema de escritura, la planificación urbana y el carácter multiétnico de sus poblaciones.

 

En el corazón de la ciudad se edificó un recinto ceremonial que es una de las mejores expresiones de la cosmovisión olmeca y del papel que esa cultura asignó al agua. Fueron los primeros en constituirse en una civilización cuyas características culturales principales radican, en edificar ciudades con arquitectura templaría destinada a ceremonias y rituales que articula conocimientos astrológicos, climatológicos y agrícolas , en generar un arte de simbología compleja y de refinamiento estético en el que se plasma y combina su cosmovisión, mitos y sucesos históricos, ejemplos de ello son las cabezas colosales, los altares o tronos y las estelas; enterramiento de ofrendas; prácticas de cultivo, casería, pesca y aprovechamiento de plantas y frutos; dominio de la navegación, así como el manejo hidráulico, esto es, el abastecimiento de agua dulce para drenaje, rituales y aplicaciones de irrigación agrícola, entre las cuales se incluía el uso de chinampas.

 

La Venta en Tabasco (800 al 400 a.C.), fue el principal centro olmeca, una autentica ciudad que poseía las características que fueron comunes en los centros urbanos de las ciudades posteriores (en ellas se centralizaba el gobierno y se dividía la ciudad del campo). En esta ciudad el grupo de edificaciones están alineadas de norte a sur con una desviación de 8 grados del norte magnético, distribución que buscó ordenar la edificación de su sus centros ceremoniales conforme a lo astrológico. Esta adecuación constata conocimientos astroagrícolas, que implicaron asociar el movimiento y posición de los astros con la llegada o fin de las lluvias; fueron depositadas las bellas ofrendas masivas subterráneas. En su capa superior, previo a la superficie de la tierra, sobresalía un mosaico de piedra serpentina, que algunos suponen representan al jaguar y otros a la serpiente. Sea como fuere, esta figura está ligada a la tierra, al agua y a la fertilidad. Dentro de los objetos sagrados ofrendados, se encontraron 200 hachas votivas y objetos de jade. Es muy probable que ello represente una liga con el inframundo. Esa deducción es posible debido a que, a manera de máscara, en la parte superior del suelo (en el nivel inmediato anterior a la superficie) en donde se hicieron las ofrendas ceremoniales, se dibujó con mosaicos la faz del monstruo de la tierra o dragón olmeca representado por lo que, en apariencia, son las fauces de una serpiente o de un felino. La imagen es un rostro que alude a la puerta de entrada a las entrañas del reino subterráneo que representa a uno de los dioses del agua.  

 

                La economía de los olmecas estaba basada en la agricultura, el principal cultivo fue el maíz, además del frijol, calabaza, cacao, etc. Además de que estos formaban parte de su dieta y se incluían la carne de pescado, tortugas, venados y perros domesticados. Gracias a estos productos agrícolas, podían comerciar, tanto entre ellos como con otros pueblos vecinos; sobre todo con los pueblos nómadas, o con pueblos tan alejados geográficamente de ellos como pueden ser pueblos del país de Guatemala o de México central. Además los olmecas contaron con unas élites especialmente viajeras, las cuales realizaban viajes, por todo el territorio mexicano.

 

Tenían una religión politeísta centrando su culto en la adoración al jaguar, que aparece a lo largo de toda su iconografía. Aparte del jaguar consideraban dioses a muchos otros animales como el caimán o los sapos, entroncando directamente a sus gobernantes con los dioses, de los cuales se creía que descendían y de los cuales heredaban sus poderes. Los olmecas practicaban el culto chamánico, aparece el concepto de "nahualismo", según el cual a través de ritos particulares, el brujo- chamán podría transformarse en animal, en particular en jaguar, mediante el uso de drogas alucinantes-hongos y tabaco- y estos acompañados por sacrificios humanos y auto sacrificios.

 

Los olmecas adquirieron también conocimientos astronómicos, estudios de planetas y ciclos del calendario, entre otras contribuciones el ritual del juego de pelota, se cree también que la escritura, la más antigua en Tres Zapotes, Veracruz, gravada en una estela. Entre las expresiones culturales más conocidas de esta cultura se encuentran las cabezas colosales, esculpidas en monolitos de hasta tres metros de altura, con un peso de varias toneladas. Si se tiene en cuenta que los sitios en donde fueron localizados distan varias decenas de kilómetros de las canteras donde se obtiene el basalto, y que los pueblos mesoamericanos carecían de herramientas de fierro, la lapidaria olmeca es una verdadera proeza. Se trataba de monumentos conmemorativos de jugadores de juego de pelota que habían sido excepcionalmente notables, o bien, que son retratos de miembros de la élite gobernante olmeca. Los olmecas también son conocidos por sus pequeñas tallas en jade (el material más  apreciado de Mesoamérica), y otras tallas en basalto de dimensiones menores. Tanto las figurillas y la escultura olmeca abundan en representaciones del hombre-jaguar, que según José María Covarrubias, puede ser un antecedente del culto a la deidad de la lluvia, o quizá sea un ancestro del futuro Tezcatlipoca, en su advocación de Tepeyolohtli, el Corazón del Monte. A los olmecas se les atribuyen algunas de las primeras pirámides de América, las cuales eran aprovechadas como centros rituales o de reunión política de la ciudadanía.

 

Se desconoce a ciencia cierta cuáles fueron los motivos de la decadencia olmeca. Se la asocia con conflictos políticos entre las élites de los principales centros de poder, y con la invasión de otros pueblos. La cultura olmeca se extinguió, superada o sorbida por otros pueblos, como los zapotecas en Oaxaca y la naciente civilización maya.

 

El arte olmeca se nos muestra a los ojos de los ciudadanos del siglo XXI, como de los más importantes de su época, teniendo en cuenta que estamos hablando, de las manifestaciones artísticas de una civilización antigua. Y si podemos afirmar que este pueblo, alcanzó cotas de gran maestría en todas las artes, también es importante decir que fue en la escultura donde mostraron más brillantez.

 

Los temas tratados en sus esculturas eran variados intentando en las mismas, plasmar la realidad mágica que los rodeaba en todo momento. Las figuras humanas suelen estar o mezcladas o con rasgos animales, siendo casi siempre el elegido el jaguar, por los poderes mágicos que el pueblo olmeca le otorgaba, o con rasgos fantásticos, en los que se distorsionan las formas y se dotan a los hombres de poderes casi divinos y relacionados generalmente con la naturaleza. Las raras ocasiones en que la figura humana aparece individualizada lo hacen también con connotaciones mágicas, pero estas reflejadas a través de la magnitud de las mismas. De este modo se entronca al hombre y al mito, a lo natural y a lo sobrenatural, creando un universo mágico que utilizaban en todos los aspectos de la vida.

 

La escultura olmeca la podemos dividir, a efectos puramente explicativos, en dos grandes grupos: las esculturas pequeñas, y las esculturas colosales. Por lo que respecta a las esculturas pequeñas, su exquisitez en el tallaje, no tiene comparación con las culturas coetáneas de los olmecas, no solo en los otros pueblos mesoamericanos, sino en el resto de culturas de todo el mundo. Para realizar estas esculturas se usaron piedras semipreciosas tales como el jade, la serpentina, la hematina que a base de pulirlas llegaban a tener reflejos cristalinos. Solían utilizarlas como amuletos o como adornos, y tanto para ser usados por hombres como por mujeres.

 

En cuanto al otro tipo de esculturas, es decir, las esculturas colosales, conforman una de las expresiones escultóricas más conocida de las culturas mesoamericanas. Se trata de esculturas humanas pintadas de grandes dimensiones que representan grandes cabezas humanas, con rasgos específicos cada una de ellas. Representan antiguos reyes olmecas o grandes señores; aunque otras teorías menos aceptadas aseguran que simbolizan jugadores de pelota, juego habitual de las distintas culturas mesoamericanas, porque el tocado de las cabezas es similar al casco de protección de los jugadores de este deporte.

 

Los curiosos rasgos somáticos que caracterizaron a estos gigantescos rostros coronados por una especie de casco, con ojos almendrados, labios hinchados replegados hacia abajo y gran nariz achatada, similares a los pueblos negroides, han llevado a plantear muchos interrogantes a los arqueólogos sobre el origen étnico que aún siguen sin respuesta. Se han encontrado también de dimensiones más pequeñas diversos recipientes cerámicos, figuritas de terracota de rostros infantiles llamados "Baby Face", pero sobre todo elegantes joyas y figurillas humanas y zoomorfas de jade tallado, serpentina y obsidiana. Que se han encontrado también en Belice Guatemala y Honduras, lo que constituye una vasta expansión cultural y comercial olmeca que iniciara en 900 a.C.

 

Lo que más llama la atención de este tipo de esculturas, son dos detalles que las hace si cabe más misteriosas: uno, que siempre han aparecido bajo tierra, a pesar de su gran tamaño, y dos, que están hechas de enormes piedras calizas, basalto y andesita, que no se encuentran en el área de los olmecas, sino en una cantera situada a más de 85 kilómetros de distancia, por lo que el esfuerzo humano para realizarlas tuvo que ser muy considerable. El predominio de estructuras geométricas, los rasgos negroides y la magnitud de sus proporciones hacen de estas esculturas unas piezas únicas.

 

Hoy en día se tiene conocimiento de 17 cabezas. Cada una de ellas mide hasta cuatro metros de altura y pesan varias toneladas. Aunque están desperdigadas por toda el área olmeca, la mayor concentración de cabezas colosales apareció en el territorio de San Lorenzo. El significado telúrico y no sólo ornamental que tiene la escultura olmeca queda demostrado con el hecho de que muchas de ellas han aparecido con sus rasgos mutilados. Aunque hay diversas teorías sobre esto, como la más aceptada es que este hecho se dio en la decadencia de la civilización, cuando las distintas ciudades eran conquistadas o abandonadas por la influencia de otros pueblos, para que aquello que había formado parte de su vida, no lo disfrutaran otros.

 

 

 

 

 

Fraternalmente

 “Trabajando por el Bien de la Patria y de la Humanidad”

 

 

 

 

 Q˙.˙ H˙.˙ Mónica Tamara Ceballos Turcott

 

INFORMACIÓN ACTUALIZADA AL AÑO 2017

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